lunes, 15 de diciembre de 2008

Quizás sólo busqué...
una de esas muertes dignas,
de las que tanto he oído
hablar...
de las que tanto he visto
retratar.
Y de las que tanto he disfrutado
en mi pequeña pantalla irreal.
Y qué bien queda todo esto
impregnado en papel mojado.
Entre flashes fotográficos
con ese blanco y negro tan sugerente.
Quizás la belleza de ese video con...
imágenes, entrevistas y
recuerdos,
todo enmarcado
con un toque de Jazz,
como adorno, a ese final esperado.
La gente mitificará la figura,
la muerte embellece,
comentan en el Hall.
Apurando su copa de vino, comentarán
tus poemas,
relatos,
novelas,
esa mierda escrita en un trozo de trapo.
Hablarán de esas palabras sueltas
que escribiste una noche
totalmente borracho.
Genial, comentarán.
Esa palabra en su boca,
pero no conocen su significado.


Solo quería cagarme en sus vidas.


La genialidad se esconde
en lo imperfecto del momento.
Pero llegada la hora de la verdad,
en el tanatorio,
sólo hay cuatro personas
que de verdad lloran tu muerte.
Ellos no beben vino,
ni hablan de genialidad,
ni de poesía.


Ellos sólo lloran.


Porque ellos conocen la historia
y han comprendido el mensaje final.
Esto no consiste en una genialidad,
sino en lo putrefacta
que ha sido tu vida,
hasta llegar a este preciso
momento.







1 comentario:

alsolialvent dijo...

No conocía esta faceta poética que tienes.

Has ganado un lector en Castelló.