jueves, 18 de junio de 2009

VISIONES Y ATARDECERES. -PAISAJES ESCONDIDOS-

-I-

Fue un recorrido entre visiones
de nubes compactas y sus irrisorias

sonrisas, con el tiempo,

burlón y satírico, danzando sobre ellas.


¿Qué es este martirio? ¡Oh, Ángel Caído! silueta

cegadora de bronce con sus seres infernales

manando el agua de la vida.

Belcebú

o la dolorosa complejidad de la moral.


Un careo con árboles sólidos con sus

copas golpeadas por un cierzo belicoso

escondiendo, entre ellas, coquetos cantos

de gorriones despreocupados.


¿Qué confluye en tus caminos? Hermoso parque

del Retiro, esos caminos ahogados en alocados

recorridos, son la prosa y el verso, la sabiduría y el

conocimiento. Es la palabra grabada en papel, la que

atiza, socarrona ella, las mentes de miles de peregrinos.


¿Qué eres? El Oasis, paraje en el eje del remolino

contemplando el devenir de seres y materia

atraídos por tu leyenda perpetua.

El pulmón, el sosiego, la manija que mueve la quietud

de los hombres.


¿Qué escrutan mis ojos? Alertados ahora por las notas

de melodías desgastadas que se clavan en mi interior

despertando mi interés. Es el músico bohemio, su saxo,

y sus recuerdos. Sus ojos de anhelos. Y su mirada,

perdida en el horizonte de tristezas masculladas.


Qué es este polvo en el camino, más que el resultando

de mis pisadas despreocupadas dejando, tras de mí,

ese aire impregnado de imágenes alineadas.


Te abandono, Retiro, te dejo en mi recuerdo

tras el semblante barroco de la puerta de Alfonso IV,

no sin antes dejar que mis dedos se ruboricen

acariciando el tacto de la piedra de Tamajón.


-II-

La Luna llena, recibiendo serena,

a la noche prohibida. Viciosas y lujuriosas,

las estrellas,

son el preludio de juegos lascivos.


Agotado ya todo rayo de sol,

nuestros cuerpos fatigados yacen

embriagados de quietud

al son del traqueteo de un tren anochecido.


Y esa Luna y esa Noche,

consiguen que nuestros

ojos se prendan, brillantes,

en su resplandor armonioso

y absorbente.


-III-

Es tenue ya lo que nuestras pupilas

contemplan. Se tornan nuestros sueños

en el refugio de tantas noches pasadas.

Y nuestros cuerpos, se adormecen al fin.